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Pantallas y soledad: un fenómeno de la era digital 

aislamiento social
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Oriéntate

12 de noviembre de 2025

Una paradoja de la era digital 

Las pantallas nos acercan a todo: amigos, noticias, entretenimiento y aprendizaje. Sin embargo, cuando su uso se convierte en exceso, aparece una paradoja: estamos más conectados que nunca, pero nos sentimos más solos. El abuso de dispositivos como celulares, computadoras o consolas puede transformar la vida social en algo virtual y, poco a poco, deteriorar los vínculos reales trayendo consigo un aislamiento social

¿Cómo ocurre el aislamiento social? 

  1. Tiempo sustituido: las horas frente a la pantalla reemplazan actividades presenciales como convivir con amigos, hacer deporte o compartir en familia. 
  1. Comunicación superficial: chatear o dar “me gusta” no reemplaza la profundidad de una conversación cara a cara. 
  1. Dependencia emocional: la validación a través de likes o comentarios crea un ciclo de ansiedad y desconexión de lo real. 
  1. Fatiga social: la sobreexposición digital provoca cansancio y hace que las interacciones presenciales parezcan agotadoras o innecesarias. 

Consecuencias del aislamiento social 

  • Relaciones débiles: vínculos poco sólidos que no resisten momentos difíciles. 
  • Soledad silenciosa: jóvenes rodeados de contactos digitales, pero sin apoyo real. 
  • Problemas emocionales: aumento de la ansiedad, depresión y baja autoestima. 
  • Habilidades sociales limitadas: dificultad para sostener conversaciones profundas o enfrentar conflictos en persona. 

Ejemplos cotidianos de aislamiento social en las personas 

  • Una comida familiar donde cada miembro está en su celular y casi no hay diálogo. 
  • Grupos de amigos que se reúnen, pero pasan la mayor parte del tiempo tomando fotos o revisando notificaciones. 
  • Estudiantes que prefieren jugar en línea que salir a convivir físicamente, perdiendo práctica en la interacción social directa. 

¿Cómo equilibrar el uso de pantallas en los jóvenes? 

  • Establecer horarios sin dispositivos: por ejemplo, durante comidas o antes de dormir. 
  • Priorizar encuentros cara a cara: dar valor a las conversaciones presenciales. 
  • Consumir con propósito: usar la tecnología para aprender, crear y colaborar, no solo para desplazarse sin rumbo en redes. 
  • Practicar actividades offline: deporte, lectura en físico, pasatiempos manuales. 

Un recordatorio importante 

Las pantallas no son el enemigo; el problema surge cuando su abuso reemplaza las relaciones humanas reales. Aprender a usarlas con conciencia nos permite disfrutar de sus beneficios sin sacrificar lo más valioso: la conexión auténtica con los demás.