Recientemente se ha hablado del origen de la inequidad de género en todos los ámbitos de nuestra sociedad, tales como las generaciones pasadas, creencias religiosas o tradiciones familiares, sin embargo, hemos dejado de lado la vida escolar.

Durante la etapa de educación primaria los niños pasan más de la mitad de su tiempo en la escuela, conviviendo con niñas y niños de diferentes familias, costumbres e ideologías, y, es aquí en donde de forma inconsciente planteamos el origen de la no equidad de género.

¿Dónde empieza la equidad de género en las escuelas?

Si recordamos nuestro paso por la escuela, podemos pensar que en muchas ocasiones escuchamos comentarios como “juegas como niña”, “lloras como niña”, “si no haces tal cosa es porque eres una niña”, “aguanta como los machos”, que en su momento nos parecían algo cotidiano y “normal” han sido por años frases que han acompañado a muchas generaciones, que sin darnos cuenta han establecido un sexismo inconsciente de las diferentes capacidades y aptitudes de cada género. 

Seguramente recuerdas cuando tus profesores entraban al salón y saludaban con un “hola muchachos”, “necesito un niño fuerte que me ayude”, aunque no lo creas, este tipo de comentarios vienen cargados de estereotipos impuestos de forma involuntaria e incluso inocente. Incluso en actividades recreativas como la clase de deportes o el recreo, en el que se tiende a elegir o no elegir a las mujeres para jugar.

El problema es que al pasar de los años se normaliza utilizar y escuchar estas palabras, dando como resultado un problema de grandes proporciones en nuestra sociedad, esto dificulta el reconocimiento y solución del problema, porque incluso cuando las personas no ejerzan acciones conscientes de inequidad, sexismo o machismo, realizan acciones que a temprana edad normalizaron en su día a día y que, por ende, bajo su perspectiva entienden como un comportamiento normal porque así lo aprendieron. 

Como profesores, ¿qué acciones generan el fomento de la equidad de género?

Para poder generar un cambio, debemos cuidar las palabras y las acciones que tenemos entre nosotros, más si tenemos niños cerca, no debemos pasar por alto que los comportamientos que ellos ven en nosotros sean los que aprendan y repliquen.

Dentro de las aulas, se debe dejar de minimizar o desconocer el trabajo y la importancia de la mujer en nuestra sociedad.

Como docente es importante identificar estas frases o estos momentos en los que de forma involuntaria se propicia esta desigualdad entre niñas y niños, pues, si queremos combatir este problema debe ser desde la raíz.

Aprender a hablar de forma inclusiva, hará que las niñas se sientan más cómodas dentro de las escuelas, reducirá la deserción escolar y beneficiará la confianza en sí mismas.

Este tipo de acciones, por pequeñas que parezcan a largo plazo generarán grandes diferencias, establecerán nuevas formas de comunicarnos, de vivir y de interactuar con las personas que nos rodean. 

Recuerda que…

Si como docentes, entendemos que las diferencias físicas y biológicas entre niños y niñas no deben determinar las oportunidades que puedan recibir, el trato que se les pueda dar o la atención que deban tener, podremos fortalecer e incentivar el entendimiento de estas diferencias, exponer a los jóvenes que no es una competencia de géneros, sino que las diferencias entre uno y otro son normales y al entenderlas habrá una colaboración más equitativa dentro de las escuelas.  Es momento de plantar una semilla distinta.